Negrillico del alma, en mi
Abejera,
que fuiste asombro en mi
infantil pupila
tu recuerdo en mi mente hoy
escintila
y vas en mí de forma
duradera.
Echaremos de menos tu madera
que fue, en verdor, un canto
de sibila
y siempre irás en la rural
mochila
cual rebojo de pan que va a
la era.
Lanzo al viento mi verso a tu
memoria,
que me escuchen los pueblos
alistanos
porque tú formas parte de su
historia.
En un corro invisible,
nuestras manos
hoy se unen en torno de tu
escoria
que nos hace, en silencio, más hermanos.
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Foto: Santiago Palacios; "negrillico repleto de cenceño" |
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